miércoles, junio 27, 2012

sábado, junio 16, 2012

Se ruega no escupir al médico

Patente de corso | Web oficial de Arturo Pérez Reverte

Centro de atención primaria, antes ambulatorio. Entre pacientes esperando turno, acompañando a una persona que necesita atención, aguardas en el vestíbulo, apoyado en la pared con un libro en las manos. Frente a ti, impreso en fotocopia, un rótulo pegado con cinta adhesiva: «El Colegio de Médicos actuará por vía penal contra toda clase de insulto o agresión hacia el personal de este Centro». Al lado, otro de las mismas características referido al Colegio de Enfermeras. Un poco más allá, un tercer cartel: «Se ruega guardar silencio». En la sala de espera hay sólo una veintena de personas, pero el guirigay es espantoso: conversaciones en voz alta, llamadas por el móvil. Parece un mercado. Abundan las protestas a grito pelado, con intención de que las oiga el personal sanitario que anda cerca, en plan estoy citada a las cinco menos cuarto y son menos cinco, qué poca vergüenza, mira qué tranquilas van las enfermeras y nosotros aquí, esperando, menuda pandilla de golfos, etcétera. Todo eso, expuesto con la zafia prosodia que manejamos los españoles en nuestras relaciones con el prójimo. Por supuesto, hay varias señoras de pie y varios fornidos varones sentados, mirando al vacío como si no las vieran.

Con quince minutos de retraso -plazo razonable, dado el trajín y la acumulación de gente-, entras en la consulta acompañando al paciente. Un médico con claros síntomas de agotamiento atiende sin levantar la cabeza mientras rellena los impresos adecuados. Y cuando a una de sus preguntas el paciente responde: «Desde las vacaciones», el doctor levanta por primera vez la cabeza, lo mira sarcástico y comenta: «Yo no tengo vacaciones». Luego procede al reconocimiento, mientras a través de la puerta cerrada llega el espantoso vocerío que continúa afuera, los gritos y las desconsideradas conversaciones en voz alta.Toca ir a urgencias. Como ahí la peña anda más perjudicada, el griterío es menor. Algo. Pero no faltan conversaciones telefónicas, voces en alto y protestas. Por la espera, por la falta de asientos, por no poder fumar, porque no hay máquina de café y refrescos. Todo cristo tiene algún agravio sanitario que exponer, directa o indirectamente, cada vez que asoma alguien del centro. Aguantando estoicas las preguntas, las protestas y los malos modos -con el pretexto de enfermedad propia o cercana, la falta de educación alcanza en lugares como éste extremos inauditos-, dos cansadas enfermeras, con una buena voluntad digna de elogio, se ocupan de todo con mucha mano izquierda, resignación y envidiable sangre fría.Llaman a un paciente. Fulano de tal. No aparece. Alguien...

Sigue leyendo

Sent with Reeder

domingo, junio 10, 2012

Fiesta del Queso

Ayer fui a una fiesta en casa de unos amigos. Una de las chicas trabaja en una empresa que importa quesos de Europa, y trajo un montón de distintos tipos. Llegamos como a las 6 y empezamos a cocinar todos hasta la noche.

Yo hice una tarta de yogur de queso y almendra amarga, que de sabor no estaba mal, pero era poco consistente. Aun así se acabó :)

También había lasaña, pasta, ensaladas, y varios postres incluido tiramisú. Nos pusimos hasta arriba.

Templo y torre de Tokio

jueves, junio 07, 2012

Making of

Del licor de ciruelas de la entrada anterior.

Licor de Ciruelas

Siendo como es mi bebida japonesa favorita, y que es muy fácil de hacer, ayer me puse a prepararlo.

Básicamente se necesitan ciruelas, un licor que recomiendan que sea de 35 grados para arriba, y azúcar en roca.

Para el alcohol he utilizado una botella de ron Araucas canario que me trajeron unos amigos, licor blanco japonés y brandy japonés. Cada uno en una botella distinta. Aunque a la de licor blanco le he echado un poco de ron Brugal que tenía. Ahora solo queda esperar a que macere y listo para tomarlo con hielo o mezclado con agua o soda. A mi personalmente me gusta sólo, con hielo. Kanpai!